miércoles, 29 de septiembre de 2010

NO NOS MISERABILICEMOS* MÁS, CONSTRUYAMOS CONFIANZA, HAGAMOS PERÚ.

Entre escuchando y viendo los noticieros diarios, me puse a leer sobre Responsabilidad Social Empresarial.  Me llamó la atención, una frase que a mi entender grafica el estado ético de la actual discusión política en el país: “si hubiese algún riesgo de contaminación de aguas subterráneas, el efecto positivo de ese proyecto en la generación de empleo, no se justifica. La imprudencia se torna en inequidad para el resto y para con el futuro.”

Cuando escucho decir que “no importa lo que robó el chino, pero había empleo” definitivamente estamos hablando de idénticos parámetros.

Es evidente, que no hay racionalidad económica que justifique permitir la manipulación de sustancias tóxicas; como que tampoco permitir la manipulación de la moral ciudadana, en aras de un momentáneo y supuesto veranillo económico.

Una sociedad sin moral, es un conjunto de seres sin cohesión. En tanto que, una colectividad o sociedad, la conforman un colectivo de personas y la voluntad de hacer un futuro mejor para sus integrantes. Desde el inicio, en que una persona se juntó con otra, siempre estuvo presente cohesionarse para mejorar la situación vigente a ese momento. Es así como nacieron las civilizaciones a través de la historia: El deseo de tener un futuro colectivo mejor.

En pleno siglo XXI, ¿podemos en nuestro país estar manejando criterios como el que “no importa que roben, con tal de que hagan obras”?. ¿Somos una sociedad o, como dice esa broma trágica “estamos en la canasta de los cangrejos que no dejará que ninguno progrese y se salve.”?

Y, cada mañana vemos y escuchamos a nuestra elite dirigente y política, jalonearse entre unos y otros, en tanto que en sus rostros, se dibuja una sonrisa de éxtasis beodo. Hemos hecho de la actividad política, la competencia “que el otro fracase, para yo emerger”.  Y así, cada vez involucionamos más. Y, nuestros líderes, felices y contentos, buscan la cámara para cuidarse de salir bien peinaditos.

La política originalmente, se constituyó como la preocupación por la colectividad. En Grecia el idiota, era el que pensaba sólo en sí. El ciudadano era el que pensaba en la supervivencia y bienestar de su polis. El profesor Bernardo Kliksberg nos refiere que, en estos momentos, el idiota es el que piensa en los demás y el vivo y paradigma social del éxito, es el que piensa en sus intereses personalísimos.

Qué hacemos nosotros, gente mortal común, integrantes del público que está parado mirando cómo se divierten en la escena, los que están en el estrado? Alguien que estime su decencia, ¿se aventurará a incursionar en política y someterse al descuartizamiento calumnioso, inmoral, mortal y suicida? Difícil no?

Los peruanos, con dedicación y mucho esmero, nos estamos especializando en destruir nuestro futuro boicoteando la institucionalidad y la formalización. Debemos entender que la  gobernabilidad no es un bien de lujo o un “bien público” deleznable. Es un bien que se ocupa de lo más privado, totalizador y valioso: la supervivencia armónica en convivencia social, que es indispensable cultivar, para avanzar y consolidarnos en el desarrollo como nación. Hay que afinar los niveles de institucionalidad y, eso es, precisamente incorporar los elementos y las herramientas de la Ética del Desarrollo y de la Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Democracia e institucionalidad sólo pueden darse si están intima e indisolublemente relacionadas. La RSC es una fórmula privilegiada para que cuajen.

Pero qué?
Acaso nuevamente necesitamos de grandes y complicadísimas fórmulas para poder ser mejores? Nuevamente esperar a que se den leyes y directivas que se vencerán las Legislaturas y que nunca se promulgarán y/o no se entenderán?

Por favor, NO, No y no...
¿Cómo podemos hacer algo cotidiano, simple, de encanto  y amable, para evitar se siga convirtiendo en deleznable  la esencia real del ser efectivamente peruanos, y se siga depredando nuestra cohesión ético-social?

Dejemos de congratularnos al reconocernos sin cohesión y sin futuro. No nos miserabilicemos más.

Cada vez somos más los que consideramos que sí podemos realizar acciones en bien de nuestra colectividad: construyendo la cadena de los pequeños gestos: saludemos, simplemente, con respeto a quien se cruza en el pasadizo o maneja en el vehículo a nuestro lado. Expresemos a plenitud nuestro cariño al saludar a nuestra pareja o hacerle una atención y desbordemos nuestra expresividad al abrazar a nuestros hijos. Seamos leales Hagamos un gesto amable al hijito de nuestro vecino. Hagámonos el propósito de desconcertar al profesional que patrocina a la parte contraria, con un acto de respeto y una propuesta de concertación, en la que ambas partes ganen más, que en una pelea.

Ese pequeño gesto de no botar el papel al suelo o de no fumar, es el que necesitamos para reconstruir, o construir, nuestra peruanidad.

Difundamos las acciones positivas y no nos embriaguemos  refiriendo lo que le salió mal al otro. Reconozcamos con hidalguía lo que el otro hizo bien y con cariño, lo que el conocido o amigo construyó. Rompamos la inercia y hagamos como lo hace un amigo mío reciente Presidente de una empresa que, al terminar su reunión de Directorio, recoge su taza y la de los del costado y, en el kitchen de la oficina las lava y regresa a su despacho a implementar los acuerdos y ajustes adoptados, para que su empresa siga triunfando. Ese gesto, ha creado una sinenergía fabulosa. Cada gerente, cada empleado, cada funcionaria ha mejorado también su desempeño técnico y, se han dado cuenta que “ser bueno” es bueno para la salud, negocios y el sentimiento.  

Tengamos en cuenta que el elemento de grandeza del imperio incaico como organización social, fue justamente la cooperación y la  reciprocidad. Hoy en el Perú seremos cerca de treinta millones de habitantes y seremos treinta millones de patrias, igual cantidad de proyectos de desarrollo y número de metas; seguro que existirán sesenta millones de peruanos criticadores a la mala de los otros compatriotas. Las actuales teorías y estudios sobre DESARROLLO SUSTENTABLE proponen una visión del desarrollo centrada más en las relaciones entre las personas que en las personas mismas. Cohesionémonos, forjemos fortaleza, identidad común, construyamos futuro de patria.

Construyamos la cadena de los pequeños gestos.  Amigo lector, descubriremos que “esas pequeñeces” nos han de producir una satisfacción más bonita, plena y llena, que el vencer al rival o pisar al del costado. Hagamos del Perú, una patria. Convirtámonos en sociedad con un futuro mejor. Démosle vida, a la cadena ética de los pequeños gestos. Aventurémonos en creer en el vecino; en tener confianza en el peruano. Hagamos Confianza Perú, confianza entre los peruanos.

Empieza hoy y sé el gestor de esa patria solidaria que queremos entregar a nuestros hijos, para que vivan orgullosos de sus ancestros, felices de sus padres y anhelantes de sus éxitos solidarios.
Los peruanos sí podemos? Claro que sí !!!
Empieza hoy. Empecemos ahorita...., ya.

Jorge Javier Miletich Moreno
Consultor en temas de Gobernabilidad y Gestión Institucional



(*) licencia lingüística que expresa a cabalidad lo que deseo decir.

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